Por: Eduardo Perez
En este artículo de reflexión, exploramos los versículos de Mateo 10:34-36, en los que Jesús habla sobre los conflictos que enfrentamos en la vida, especialmente en el ámbito familiar. A través de una reflexión personal, se invita a entender que la paz verdadera no es la ausencia de conflictos, sino la forma en que los enfrentamos con sabiduría y fe.
Jesús, la paz verdadera y los conflictos inevitables: Una reflexión sobre Mateo 10:34-36
Desarrollo del Tema:
Hoy me encontraba en una pequeña contienda con la madre de mis hijos sobre un tema que, en realidad, nos afectaba a los dos. Sin embargo, ella me dijo: «Yo quiero estar en paz». Mi respuesta fue sencilla, pero cargada de reflexión: «Mientras estemos vivos en este mundo, nos enfrentaremos a situaciones adversas y conflictos, incluso entre familiares, e incluso con nuestro propio ser». Esta conversación me llevó a recordar un pasaje bíblico que quiero compartir, Mateo 10:34-36, que fue precisamente la palabra que me dio mi hermana en Cristo, Aracelis, en un momento de reflexión.
Ella me compartió estos versículos para ayudarme a comprender que la paz no es la ausencia de conflicto, sino la forma en que enfrentamos y superamos esas adversidades. Estas palabras se hicieron aún más significativas cuando las reflexioné en el contexto de los tiempos actuales, donde los conflictos parecen ser una constante en nuestras vidas, especialmente dentro de las familias.
Mateo 10:34-36 (Reina-Valera 1960)
34 «No penséis que he venido para traer paz a la tierra; no he venido para traer paz, sino espada.
35 Porque he venido para poner en disensión al hombre contra su padre, a la hija contra su madre, y a la hija contra su suegra;
36 y los enemigos del hombre serán los de su casa.»
El Significado de los Versículos
Cuando leemos estos versículos, es normal que nos sorprenda escuchar a Jesús hablando de división y conflicto. Después de todo, Él es conocido por su mensaje de amor y paz. Pero este pasaje no se refiere a la paz superficial o a una armonía que ignora las realidades de la vida. Jesús nos está advirtiendo sobre el costo de seguirlo verdaderamente en un mundo lleno de contradicciones y conflictos.
Versículo 34: «No penséis que he venido para traer paz a la tierra; no he venido para traer paz, sino espada.»
Este primer versículo es impactante. Jesús nos dice claramente que su llegada no trae una paz que ignora la verdad o los conflictos inevitables de la vida. La «espada» que menciona no es un llamado a la violencia física, sino a la división que ocurre cuando se confronta la verdad. La verdad de Jesús desafía a las personas a tomar decisiones difíciles, y algunas de esas decisiones pueden dividir incluso a las familias. Seguir a Jesús implica, a veces, enfrentarse a la oposición y al rechazo, incluso de aquellos que más amamos.
Este versículo nos recuerda que seguir a Cristo no es siempre fácil. En tiempos de dificultad, a veces debemos tomar posiciones firmes que generarán conflicto. La paz verdadera no se encuentra en evitar los conflictos, sino en aprender a enfrentarlos con sabiduría y fe.
Versículo 35: «Porque he venido para poner en disensión al hombre contra su padre, a la hija contra su madre, y a la hija contra su suegra;»
En este versículo, Jesús subraya que las diferencias que surgen a causa de sus enseñanzas no se limitan a las relaciones externas, sino que incluso las relaciones familiares más cercanas pueden verse afectadas. La «disensión» mencionada aquí es el resultado de las personas tomando posiciones opuestas sobre el mensaje de Jesús. En muchos casos, los familiares más cercanos pueden no entender o aceptar los principios que uno adopta al seguir a Cristo.
Este pasaje es importante porque nos recuerda que la fe puede ser un tema divisivo. A veces, nuestras creencias y valores cristianos nos separan de aquellos que no comparten la misma fe o visión del mundo. La división no es el objetivo, pero es el resultado de la lucha interna que todos enfrentamos cuando la verdad desafía nuestras creencias establecidas.
Versículo 36: «Y los enemigos del hombre serán los de su casa.»
Este versículo final revela la realidad de que, en algunos casos, las relaciones más cercanas y las personas de confianza pueden convertirse en nuestros mayores opositores, especialmente cuando tomamos decisiones basadas en nuestra fe. A lo largo de la historia, hemos visto ejemplos de familias divididas por diferencias de creencias, y hoy en día, no es raro que personas se enfrenten a incomprensión o rechazo de sus seres queridos debido a sus decisiones espirituales.
Este versículo nos desafía a mantener la paz interior a pesar de la oposición externa. Nos enseña que, incluso en medio del conflicto familiar o personal, no debemos abandonar nuestra fe, sino aprender a mantenerla firme, confiando en que Dios tiene un propósito mayor incluso en los momentos de división.
La Paz Verdadera: No una Paz Superficial
En la vida cotidiana, todos deseamos estar en paz, y especialmente en nuestras familias. La paz es un valor importante, pero la paz que Jesús nos ofrece no es una paz superficial ni un llamado a evitar los conflictos a toda costa. La paz verdadera se encuentra en la habilidad de afrontar las adversidades con fe, amor y valentía. Es la paz que surge al enfrentarnos a las dificultades y aprender de ellas.
Hoy más que nunca, vivimos en una sociedad donde la polarización y los conflictos son frecuentes. A menudo, la tentación es evitar confrontaciones y tratar de «mantener la paz» a toda costa. Sin embargo, como nos muestra Jesús, esta paz superficial no trae el crecimiento verdadero. El verdadero desafío está en cómo manejamos los conflictos y cómo respondemos a ellos. ¿Elegimos huir de ellos o los enfrentamos con el amor y la sabiduría que Cristo nos enseña?
Reflexión Final: Enfrentar los Conflictos con Sabiduría
La enseñanza de Jesús sobre la división y el conflicto no debe desalentarnos, sino edificarnos. Jesús nos muestra que, aunque los conflictos son inevitables, son también oportunidades para crecer, fortalecer nuestra fe y acercarnos más a Él. Los conflictos familiares y personales no tienen que ser el fin, sino el comienzo de un proceso de transformación. A través de ellos, podemos experimentar la verdadera paz, una paz que no depende de la ausencia de dificultades, sino de la gracia de Dios para superarlas.
Conclusión
El pasaje de Mateo 10:34-36 nos recuerda que, al seguir a Jesús, debemos estar preparados para enfrentar conflictos. La paz verdadera no es una paz sin confrontaciones, sino una paz que se alcanza a través del proceso de enfrentarse a los retos de la vida con fe y perseverancia. Si nos encontramos en medio de divisiones, ya sea dentro de la familia o en cualquier otra área, debemos recordar que esas dificultades pueden ser oportunidades para crecer y fortalecer nuestra relación con Dios. Aceptar este desafío nos permitirá encontrar una paz más profunda, que solo se logra a través del entendimiento, la reconciliación y, sobre todo, el amor incondicional de Cristo.