Lo que las Personas Dicen de Nosotros: Una Lección de Arrepentimiento y Reflexión

Por: Eduardo Perez

Reflexión sobre el impacto de las opiniones ajenas en nuestras vidas, inspirada por la pregunta de Jesús en Lucas. Un llamado a la reflexión sobre nuestras decisiones y su impacto en aquellos que más amamos.

Lo que las Personas Dicen de Nosotros: Una Lección de Arrepentimiento

Hace algún tiempo, en una profunda conversación con mi hermana en Cristo, Aracelis, hablamos sobre la importancia de lo que las personas dicen de nosotros. Mientras hablábamos, ella me sugirió un versículo de Lucas donde Jesús les pregunta a sus discípulos qué decían las personas de Él. Ese momento me hizo pensar en algo que, en mi juventud, solía decir: «No me importa lo que los demás digan de mí». Hoy, después de mucho reflexionar, me doy cuenta de lo equivocado que estaba. Y a todos aquellos a quienes alguna vez les dije esas palabras, les pido perdón desde lo más profundo de mi corazón.

La Pregunta de Jesús: ¿Qué Dicen las Personas de Mí?

En Lucas 9:18-20, Jesús les pregunta a sus discípulos:
«¿Quién dice la gente que soy yo?»
Los discípulos le respondieron:
«Unos dicen que eres Juan el Bautista, otros que eres Elías, y otros que uno de los antiguos profetas ha resucitado.»
Entonces Jesús, con su mirada profunda, les hace una pregunta aún más personal:
«Y ustedes, ¿quién dicen que soy?»
Pedro responde:
«El Cristo de Dios.»

Jesús, siendo el Hijo de Dios, tenía el poder de hacer milagros, de sanar, de enseñar con autoridad, y aún así, Él se interesaba en lo que las personas pensaban de Él. Esta reflexión me hizo cuestionar mis propias palabras de indiferencia hacia lo que los demás puedan decir. Si Jesús, el Rey de reyes, mostró interés en las opiniones ajenas, ¿cómo podría yo, con mi orgullo y mi ego, afirmar que no me importa lo que los demás piensen?

El Dolor de las Decisiones Sin Considerar a los Demás

A raíz de esta reflexión, me vino a la mente una vecina que aprecio profundamente. Con ella y sus hijos compartí momentos valiosos, viéndolos crecer. Su historia es una de tristeza y dolor. Ella tenía un hogar con un esposo maravilloso, pero las malas decisiones, influenciadas por amistades equivocadas, la llevaron a terminar su matrimonio. Lo más devastador de todo fue que, en su búsqueda de una relación con una mujer de su mismo sexo, perdió a sus hijos, quienes la repudiaron por su comportamiento.

Lo más doloroso de todo es que, cuando le hablé sobre el impacto de sus decisiones en sus hijos, ella me dijo: «No me importa lo que digan mis hijos ni lo que digan los demás.» Sin saber, sin entender el trauma y la vergüenza que sembró en sus propios hijos. La crítica de los vecinos y la carga emocional de esos niños, marcados por las decisiones de su madre, no importaron para ella.

El Dolor de Causar Daño a Quien Más Amamos

Al reflexionar sobre esta situación, me di cuenta de que ni mi vecina ni yo comprendíamos el verdadero impacto de nuestras decisiones. Al igual que Jesús, que preguntó a sus discípulos sobre lo que las personas decían de Él, debemos entender que las opiniones de los demás, especialmente las de las personas que amamos, son importantes. No podemos actuar de manera egoísta e indiferente, creyendo que nuestras acciones no afectan a quienes nos rodean.

Mis decisiones pasadas también han causado dolor y daño a los que más amo. Es cierto que no podemos vivir completamente preocupados por lo que otros piensen de nosotros, pero debemos tener en cuenta las consecuencias de nuestras acciones, especialmente en aquellos que más nos importan.

Reflexión Final: El Arrepentimiento y la Restauración

Hoy quiero pedir perdón a todos los que, como mi vecina, sufrieron por mis palabras y mi actitud egoísta. Jesús, el mismo que se preocupaba por lo que pensaban de Él, me ha mostrado la importancia de reflexionar sobre mis decisiones, de arrepentirme y de buscar restauración en Él.

Lucas 17:3-4 nos enseña que debemos corregirnos unos a otros con amor y arrepentimiento:
«Si tu hermano peca, repréndelo; y si se arrepiente, perdónalo. Y si siete veces al día peca contra ti, y siete veces al día vuelve a ti, diciendo: ‘Me arrepiento’, perdónalo.»

Es un llamado a la restauración y al arrepentimiento. No se trata de vivir para complacer a los demás, pero sí de ser conscientes de cómo nuestras decisiones impactan a quienes nos rodean, especialmente a nuestros seres queridos.

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