En la vida diaria, muchas veces nos encontramos con personas que parecen ser inofensivas, incluso amistosas, pero que en realidad son una amenaza disfrazada de bondad.
La Biblia nos advierte sobre esto cuando dice que “el enemigo se viste de ángel de luz” (2 Corintios 11:14), lo que significa que el mal puede tomar una apariencia atractiva y convincente, engañándonos en el proceso.
Es importante reflexionar sobre cómo este versículo se conecta con nuestra vida cotidiana, especialmente en las relaciones interpersonales. Hay personas que se presentan como amigos leales o familiares cercanos, pero sus verdaderas intenciones son destructivas. En muchos casos, encontramos individuos que se acercan a nosotros con una fachada de apoyo y cariño, pero en el fondo, solo buscan sembrar discordia.
Uno de los ejemplos más trágicos de esta realidad ocurre en los matrimonios. A veces, aquellos que se hacen pasar por amigos cercanos terminan siendo los mismos que intentan destruir el vínculo sagrado entre una pareja.
Los falsos amigos, al sentirse atraídos por la esposa de su amigo, no dudan en crear situaciones que desestabilicen la relación, sembrando dudas y fomentando la desconfianza. La Biblia nos recuerda que “lo que Dios ha unido, no lo separa el hombre” (Mateo 19:6), y aquel que intenta quebrantar un matrimonio se está enfrentando a un juicio severo.
“Ay de aquel que sea piedra de tropiezo” (Mateo 18:7), advierte el Señor, refiriéndose a aquellos que buscan dañar la unidad que Dios ha creado.La sabiduría bíblica nos llama a estar alerta y ser discernientes.
No todos los que se acercan a nosotros con una sonrisa y palabras amables tienen buenas intenciones. Es esencial rodearnos de personas que genuinamente busquen nuestro bienestar y el de nuestros seres queridos. La verdadera amistad y lealtad no se trata de aprovecharse de las vulnerabilidades ajenas, sino de apoyar y proteger lo que es valioso, como lo es el matrimonio.
La enseñanza de que el enemigo puede disfrazarse de ángel debe ser una advertencia para todos. Debemos tener cuidado con aquellos que se acercan a nuestras vidas con falsas intenciones. Dios nos llama a proteger lo que ha establecido, y es nuestra responsabilidad cuidar de nuestras relaciones y protegernos de aquellos que buscan sembrar caos y división.
Así que, hermanos y hermanas, sigamos el consejo de la Escritura: permanezcamos firmes en la fe, rodeémonos de personas que verdaderamente nos edifiquen y recordemos que el matrimonio es un vínculo sagrado que debemos preservar a toda costa. No permitamos que el enemigo, disfrazado de amigo, nos arruine lo que Dios ha bendecido.