Por: José Amparo
República Dominicana y su vía de acceso
El tránsito en las ciudades del país es como caminar dentro de un espinal; si se duerme por un instante, se puede encontrar una tronera en el camino. Claro, los conductores dominicanos tienen reflejos similares a los de los pilotos de Fórmula 1, ya que de lo contrario tendríamos que estar comprando neumáticos o alguna pieza de la suspensión constantemente.
La pregunta es: ¿por qué no se resuelven estos problemas? La razón es que cuando ocurre un daño a la propiedad debido a la negligencia histórica de las autoridades en cuanto al mantenimiento de las vías, no es posible demandarlas.
Con el paso de los años, al transitar continuamente por alguna de las carreteras, se observa cómo los encargados colocan parches, pero esto solo hace que se note aún más el verdadero problema. Los ingenieros parecen no darse cuenta de esta falla estructural.

¿Es acaso un patrón de las autoridades? ¿Corregir de manera superficial el problema, solo para que vuelva a surgir más tarde?
¿Qué motivos hay para que en el mismo lugar se repita la reparación? Tras un tiempo, el mismo problema vuelve a aparecer, creando malestar y tensión entre los conductores, hasta que alguien finalmente entiende que es necesario una verdadera solución y no una «solución momentánea». Pero ahí es cuando llega la desgracia: después de que se ha «arreglado» el problema, uno pasa confiado y, de repente, el deterioro regresa.
¿Y quién resuelve este nuevo inconveniente? Posiblemente una grúa, un técnico automotriz, repuestos para las piezas, un mensajero para la búsqueda de los repuestos, y, por supuesto, la pérdida de tiempo. A la verdad, nos han acostumbrado a tener que pagar los platos rotos por la ineficiencia de las autoridades en los diferentes pueblos del país. Peor aún, culpan al presidente por no solucionar estos problemas de tránsito en las vías públicas.