El Papa Francisco preguntó a su enfermero si podría volver a la Plaza San Pedro. Sus últimas palabras conmueven al mundo y dejan una reflexión eterna.
«¿Cree que podré ir a la Plaza San Pedro? ¿Cree que podré hacerlo?»
Esas fueron las palabras del Papa Francisco a su enfermero personal, Massimiliano Strappeti, el Domingo de Resurrección.
Horas más tarde, el primer Papa latinoamericano moriría en paz, tras haber cumplido su último deseo: un breve paseo entre su pueblo, en la plaza donde tantas veces bendijo al mundo.
Un gesto de cercanía, fe y humildad
El pontífice había presidido la bendición “Urbi et Orbi” desde el balcón de la Basílica de San Pedro. Después, sintió el deseo de salir en el papamóvil y encontrarse con los fieles.
Pero antes de hacerlo, dudó. Miró a su enfermero y preguntó con voz suave:
«¿Cree que podré hacerlo?»
Con palabras de aliento, Strappeti lo motivó. Entonces, el Papa Francisco recorrió por última vez la Plaza San Pedro, bendiciendo a niños, saludando a ancianos, y dejando una estampa de amor que ahora conmueve al mundo entero.
Una despedida que fue semilla de reflexión
Tras el paseo, el Papa regresó a su residencia en Santa Marta. Descansó, cenó en paz. Pero al amanecer del lunes, comenzó a sentirse mal.
Poco después, entró en coma y falleció a las 7:35 a.m. hora local.
Su último acto no fue un discurso, ni un decreto… fue una pregunta sencilla, humana, casi vulnerable.
Una pregunta que ahora nos toca el alma a todos.
¿Qué diremos nosotros cuando llegue ese momento?
La frase del Papa nos invita a reflexionar:
Cuando llegue nuestra hora, ¿a dónde querremos ir?
¿Con quién querríamos estar?
¿A quién necesitaremos perdonar o pedir perdón?
La muerte no es solo el final. Es también un espejo que rev
Versículo bíblico relacionado:
«Prepara tu encuentro con tu Dios, oh Israel.»
— Amós 4:12
Este versículo bíblico nos recuerda la importancia de vivir con propósito, perdonar a tiempo y volver el corazón a Dios.
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Las últimas palabras del Papa Francisco no fueron solo conmovedoras, sino profundamente espirituales.
Con humildad, mostró que hasta el final de la vida hay espacio para la fe, el amor y la esperanza.
Y tal vez, en su pregunta, también nos dejó una respuesta:
Volver a la plaza, al pueblo, al encuentro. Volver a Dios.