Tragedia en Jet Set: El dolor de un pueblo que exige respuestas

Por: Eduardo Perez

Familiares de víctimas esperan entre lágrimas los cuerpos tras la tragedia en la discoteca Jet Set. Una muestra del abandono institucional ante el dolor de los dominicanos.

Tragedia en Jet Set

Tragedia en Jet Set: El dolor de un pueblo que exige respuestas

Agobiados por el calor y consumidos por la angustia, los familiares de las víctimas de la tragedia en Jet Set aguardan en las afueras del Instituto Nacional de Patología Forense en Santo Domingo. No hay consuelo, solo desesperación.

A un costado, los vehículos entran y salen con los cuerpos ya identificados. Del otro, decenas de personas esperan. Algunos llevan más de 24 horas sin dormir, sin comer, sostenidos solo por la esperanza de ver salir a su ser querido… aunque sea en un ataúd.

Un grito de impotencia

“¡Queremos que nos entreguen nuestros muertos!”, clama una mujer con los ojos llenos de rabia y lágrimas, aferrada al portón de metal. Su sobrina estaba celebrando un cumpleaños en la discoteca Jet Set cuando ocurrió lo impensable.

Es un grito que no solo exige un cuerpo. Es un reclamo por respeto, por humanidad y por un mínimo de eficiencia institucional. ¿Cómo es posible que tantas familias deban pasar por este calvario para despedir a sus seres queridos?

Entre el abandono y el silencio

La escena no solo refleja el dolor, sino el abandono. No hay suficientes orientaciones, ni apoyo psicológico, ni claridad en los procesos. Las autoridades, una vez más, reaccionan tarde y mal.

República Dominicana está de luto, pero también está harta. Harta de que la muerte tenga que venir acompañada de un viacrucis burocrático. Harta de que las tragedias nos sorprendan una y otra vez sin protocolos, sin prevención, sin responsabilidad.

Más allá de la tragedia

Lo ocurrido en Jet Set no debe verse como un hecho aislado. Es una llamada de atención sobre la falta de regulación, la permisividad en locales públicos, y la ausencia de fiscalización. ¿Quién supervisa? ¿Quién responde?

Hoy lloramos a los muertos. Pero mañana debemos exigir justicia, reformas y acciones concretas para que ninguna familia vuelva a esperar un cadáver en condiciones tan inhumanas.

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