Por: Eduardo Pérez
Hoy, reflexiono sobre lo que el Pastor Jogey Blanco nos enseñó en la Iglesia Mi Redentor Vive acerca de ser barro o vasijas en las manos de Dios. Un mensaje profundo sobre la transformación divina y el propósito de nuestras vidas.
¿Somos Barro o Vasijas en las Manos de Dios?
Hoy, al escuchar al Pastor Jogey Blanco de la Iglesia Mi Redentor Vive, me puse a reflexionar profundamente sobre algo que él mencionó: «¿Somos barro o somos vasijas en las manos de Dios?» Este concepto, que a menudo escuchamos en las enseñanzas bíblicas, me hizo pensar en lo que realmente somos y cómo Dios nos ve.
¿Qué es el barro en las manos de Dios?
En la Biblia, el barro es una representación de nuestra fragilidad y limitación humana. En Jeremías 18:4, Dios nos habla de cómo, al igual que el alfarero trabaja el barro, Él trabaja nuestras vidas:
«Pero al ir formando el barro con sus manos, se echó a perder en sus manos; y volvió a hacer de él otra vasija, según le pareció mejor hacerla.»
Este versículo muestra cómo, como barro, somos moldeables, pero también somos imperfectos. A menudo, nos sentimos quebrantados o frágiles, como si nuestras vidas estuvieran hechas pedazos, sin propósito o dirección. Sin embargo, el alfarero no desecha el barro que se echa a perder; lo vuelve a tomar, lo moldea y lo transforma. Esto nos enseña que, aunque somos barro en las manos de Dios, Él tiene el poder de reconstruirnos y darnos un propósito aún más grande que el que teníamos antes.
¿Y qué pasa cuando somos vasijas?
Ahora bien, si pasamos de ser barro a ser vasijas, entonces estamos hablando de un producto terminado, algo que ha sido moldeado y transformado por las manos de Dios. Una vasija es algo que tiene una función, un propósito. En 2 Corintios 4:7, Pablo dice:
«Pero tenemos este tesoro en vasos de barro, para que la excelencia del poder sea de Dios, y no de nosotros.»
Aquí, Pablo nos recuerda que, aunque somos vasijas, no es nuestra habilidad o perfección lo que importa, sino el poder de Dios en nosotros. Somos vasijas frágiles, pero llevamos en nosotros el tesoro de la gloria de Dios. Es como si nuestra vida, aunque imperfecta, fuera una obra maestra, hecha para reflejar Su gloria.
Barro y Vasijas: Reflexión Personal
Después de escuchar la predicación de mi pastor, me quedé pensando en cuántas veces nos sentimos como barro: rotos, sucios, inservibles. Todos pasamos por momentos en los que sentimos que no valemos nada, o que nuestras vidas no tienen sentido. Pero, cuando consideramos que somos barro en las manos de Dios, podemos ver que Él nunca nos desecha. Nos toma, nos moldea y nos transforma.
Isaías 64:8 también nos recuerda:
«Pero ahora, Señor, tú eres nuestro Padre; nosotros somos el barro, y tú el alfarero; todos somos obra de tus manos.»
Es impresionante saber que, aunque somos barro, Dios no se da por vencido con nosotros. Él tiene un propósito divino y nos está preparando para algo grande. A veces, la vida nos da golpes, y sentimos que estamos rotos. Pero Dios, el mejor alfarero, nos vuelve a tomar, nos da forma y nos hace vasijas útiles para su propósito.
Conclusión: Ser Vasijas en las Manos de Dios
Al final, la pregunta no es si somos barro o vasijas, sino si estamos dispuestos a ser moldeados. Como el barro, estamos en constante transformación, y cada prueba que enfrentamos, cada dificultad, es parte del proceso divino que nos lleva a ser vasijas en las manos de Dios.
Mi reflexión de hoy, inspirada en la enseñanza del Pastor Jogey Blanco, me ha recordado que Dios tiene el poder de tomar lo que parece inútil y transformarlo en algo de valor. Somos vasijas hechas de barro, pero lo importante es lo que Dios pone en nosotros. No somos vasos vacíos, sino que llevamos el poder y la gloria de Su presencia.