Como bien mencionas, 1 Corintios 15:33 es una advertencia clara sobre cómo las malas compañías pueden corromper nuestra fe y valores. Esto no significa que debemos aislarnos del mundo, sino que debemos discernir quiénes aportan luz a nuestra vida espiritual y quiénes nos desvían del propósito divino.
El ejemplo de Eva en Génesis 3 es poderoso porque nos recuerda que incluso algo tan pequeño como una conversación puede ser la semilla de una gran desviación. Al igual que ella, enfrentamos diariamente «serpientes» que intentan influirnos con dudas y tentaciones. La clave está en saber identificar estas voces y elegir apegarnos a la verdad de Dios.
¿Cómo podemos protegernos?
- Discernimiento espiritual: Pide a Dios sabiduría para identificar quiénes están alineados con su voluntad en tu vida. Santiago 1:5 nos anima a buscar esa sabiduría con fe.
- Círculo de apoyo: Rodéate de personas que compartan tus valores y te animen a seguir en la fe. Proverbios 27:17 dice: «El hierro se afila con el hierro, y el hombre en el trato con el hombre. «Comunión constante con Dios: La oración, la lectura de la Palabra y la adoración son herramientas poderosas para mantenerte firme en tu relación con Él.
- Evita compromisos tóxicos: A veces, decir «no» es un acto de obediencia y amor propio. 2 Corintios 6:14 nos exhorta a no unirnos en yugo desigual con quienes no comparten nuestra fe.
- Escucha la voz de Dios: No todas las opiniones o consejos provienen de Dios. Compara lo que escuchas con lo que enseña la Biblia.
- En resumen, proteger tu relación con Dios implica valentía para discernir, fortaleza para apartarte de las influencias negativas y fe para confiar en que Él siempre estará contigo en el camino. ¿Estás listo para tomar esas decisiones hoy?