Mozambique: La Larga Sombra del Fraude Electoral y la Represión al Pueblo

Por: José Amparo

El 9 de octubre de 2024, Mozambique celebró unas elecciones presidenciales que, en apariencia, deberían haber sido un paso hacia la democracia. Sin embargo, las denuncias de fraude electoral, que se han repetido durante décadas, alcanzaron su punto máximo en esta ocasión. Organizaciones como la Plataforma Decide, el Centro de Integridad Pública y observadores internacionales de la Unión Europea señalaron irregularidades en el proceso que fueron tan evidentes que no dejaron espacio para la duda.

El Fraude en las Urnas

Desde el inicio del conteo de votos, las señales de fraude fueron claras. La oposición, liderada por Venâncio Mondlane, comenzó a realizar un conteo paralelo, descubriendo miles de irregularidades. Mondlane presentó ante la opinión pública más de 300 kilos de pruebas, documentos y testimonios que confirmaban las alteraciones en los resultados. Sin embargo, el partido en el poder, Frelimo, que ha gobernado Mozambique durante 49 años, no cedió ni un ápice.

La situación se complicó aún más cuando dos colaboradores cercanos a Mondlane, el abogado Elvino Dias y el representante Paulo Guambe, fueron asesinados poco después de que se anunciaran los resultados del conteo paralelo, que le daban la victoria a la oposición. La violencia política no hizo más que intensificarse.

El Tribunal Constitucional y la Validación de la Fraude

El 23 de diciembre, el Tribunal Constitucional de Mozambique validó los resultados de las elecciones, reconociendo que existían irregularidades pero sin anular los comicios. A pesar de las pruebas presentadas, que incluían denuncias de manipulación de votos y coacción de electores, el tribunal respaldó la legitimidad del proceso. Así, el presidente Chapo fue oficialmente reconocido, mientras que la mayoría del pueblo y la oposición consideran a Venâncio Mondlane como el verdadero «Presidente del Pueblo».

El Pueblo en las Calles

La respuesta del pueblo no se hizo esperar. Desde octubre, Mozambique ha sido escenario de manifestaciones masivas en todo el país. Las calles se llenaron de cacerolazos, cánticos y gritos de justicia. Las demandas del pueblo son claras: el fin de la corrupción, la violencia y el fraude que ha caracterizado al régimen de Frelimo durante casi medio siglo.

Sin embargo, las protestas pacíficas fueron violentamente reprimidas. Las fuerzas de seguridad, que incluyen policías y militares, utilizaron gases lacrimógenos, balas de goma y, en algunos casos, balas reales para dispersar a los manifestantes. Se han documentado persecuciones, secuestros y asesinatos de líderes opositores. En un caso particularmente inquietante, varias figuras locales denunciaron que, días antes de la toma de posesión de Chapo, aviones sobrevolaban los barrios disparando para sembrar miedo entre la población.

El Contexto Internacional

A pesar de la brutalidad del régimen, la comunidad internacional ha mantenido su apoyo al gobierno de Frelimo. Países como la Unión Europea, Portugal y Sudáfrica han mostrado su respaldo al régimen, a pesar de conocer las pruebas de fraude y represión. Este apoyo se interpreta como un interés económico, dado que Mozambique es rico en recursos naturales y mantiene acuerdos comerciales con estos países.

Además, hay rumores no confirmados que indican la presencia de tropas ruandesas en el país, así como la participación de fuerzas de la Unión Europea, aunque toda esta información está altamente oculta.

La Realidad de un Régimen Dictatorial

Los ciudadanos de Mozambique, hasta hace poco considerados una población pasiva, han comenzado a despertar ante las evidentes fallas de su sistema político. El acceso a servicios básicos como agua potable, electricidad y educación sigue siendo insuficiente, mientras el gobierno desatiende las necesidades de su pueblo. En las calles, las personas no solo luchan por la democracia, sino por su supervivencia.

Mozambique se encuentra ahora en una situación única: tiene dos presidentes. Por un lado, Chapo, el presidente proclamado por el Tribunal Constitucional; y por otro, Mondlane, quien representa a una población que no cree en la legitimidad del régimen. Este conflicto, que podría haber sido resuelto de manera pacífica, parece abocar al país a un futuro incierto, marcado por la represión y el autoritarismo.

La Voz del Pueblo

A pesar de la brutalidad y la censura, las historias de lo que sucede en Mozambique siguen circulando. A través de redes sociales y canales de comunicación alternativos, los ciudadanos siguen compartiendo lo que viven día a día: la violencia policial, los asesinatos, las desapariciones y la constante amenaza de represión.

Uno de los relatos más desgarradores es el de una mujer que fue agredida en plena calle durante la toma de posesión de Chapo. Ella había salido a manifestarse en favor de Venâncio Mondlane y, después de la agresión, comenzó a recibir amenazas. Días después, una organización no gubernamental denunció su desaparición.

El pueblo de Mozambique está pagando un alto precio por luchar por sus derechos, pero ha demostrado una determinación inquebrantable. Mientras tanto, el mundo observa, sin intervenir, ante la creciente ola de violencia y opresión que arrasa el país.

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