El papa Francisco deja un legado de humildad, justicia social y defensa del ambiente, pero también enfrentó críticas por sus posturas progresistas. Aquí, lo bueno y lo malo de su pontificado.
El legado del papa Francisco: luces y sombras de un pontificado histórico
La muerte del papa Francisco, el primer pontífice latinoamericano, cierra un capítulo único en la historia de la Iglesia. Su estilo directo, humilde y cercano conmovió a millones, pero sus posturas también generaron controversias dentro y fuera del Vaticano.
Lo bueno: un Papa con los pies en la tierra
Francisco vivió su fe con sencillez. Renunció a lujos, vivió en una residencia común y priorizó estar cerca de la gente.
Defendió a los pobres, visitó campos de refugiados, y fue un líder que habló fuerte contra la indiferencia del mundo.
Con su encíclica Laudato si’, llamó la atención del mundo sobre el cambio climático, la desigualdad y la necesidad de cuidar la «casa común».
También impulsó el diálogo interreligioso, abriendo puentes con otras religiones como el Islam y el judaísmo.
Lo cuestionado: divisiones dentro de la Iglesia
No todos aplaudieron su estilo. Algunos sectores conservadores lo criticaron por ser «demasiado político», especialmente por sus posturas contra el capitalismo salvaje y su apertura hacia ciertos temas sociales.
Aunque mostró compasión con la comunidad LGBTQ+ y los divorciados vueltos a casar, sus posiciones no siempre fueron claras ni acompañadas de reformas doctrinales.
El manejo de los casos de abuso sexual también dejó dudas. Si bien se dieron pasos importantes, muchos consideran que faltó firmeza y justicia para las víctimas.
Un Papa que incomodó y también inspiró
El legado del papa Francisco es complejo. Fue un Papa que predicó con el ejemplo, que quiso una Iglesia más abierta, cercana y preocupada por los grandes problemas del mundo moderno.
Pero también fue un líder que enfrentó tensiones internas, y que no siempre logró equilibrar tradición con modernidad.
Conclusión
Francisco será recordado como un Papa que intentó cambiar la Iglesia desde adentro, que incomodó a muchos, pero también devolvió esperanza a millones.
Su pontificado deja una huella profunda, tanto por sus gestos como por los debates que abrió.