Editorial: La Lucha No Es Contra Personas, Sino Contra Potestades – Santiago 4:7
En tiempos de incertidumbre y confusión, donde se multiplican las voces de quienes se presentan como líderes espirituales, es fácil caer en la trampa de pensar que nuestra lucha es contra otras personas. Sin embargo, el apóstol Santiago nos recuerda en su carta: “Sométanse a Dios, resistan al diablo y él huirá de ustedes” (Santiago 4:7). Este versículo no solo nos llama a rendirnos a la soberanía de Dios, sino que nos enseña que nuestra verdadera lucha no es contra seres humanos, sino contra las potestades espirituales que buscan desviar nuestra fe y nuestra vida.
Hoy en día, estamos enfrentando una batalla invisible contra fuerzas que operan a través de personas, incluyendo aquellos que se presentan como pastores, amigos, o incluso familiares. La proliferación de falsos profetas y enseñanzas distorsionadas del evangelio crea confusión en muchos, especialmente en aquellos que buscan la verdad. Las amenazas no siempre vienen de lo que es visible, sino que se manifiestan en formas más sutiles, como las influencias negativas, la manipulación emocional, y la distorsión de la palabra de Dios.
Los falsos pastores son un claro ejemplo de cómo la lucha espiritual se presenta en el escenario actual. Con mensajes de prosperidad material o promesas vacías, desvían a las personas del verdadero propósito del evangelio. El creyente, entonces, se ve en la necesidad de discernir, no por su propia sabiduría, sino por el poder del Espíritu Santo, a través de la oración y la sumisión a Dios.
Pero, ¿cómo reaccionamos ante aquellos que, quizás sin saberlo, nos hacen daño? Aquí es donde entra en juego el principio de perdón. Jesús, en su infinita misericordia, nos enseñó a perdonar incluso a quienes nos atacan, diciendo: «Padre, perdónalos, porque no saben lo que hacen» (Lucas 23:34). Este acto de perdón no solo libera al ofensor, sino que nos libera a nosotros de la carga del rencor y del deseo de venganza, alineándonos con la voluntad divina.
La lucha espiritual es constante y requiere una firme determinación para resistir las tentaciones y las distorsiones del evangelio. No debemos perder de vista que nuestro verdadero enemigo no es el ser humano, sino el mal que opera detrás de los corazones que se han apartado de la verdad.
Es por esto que el cristiano debe estar alerta, no solo en su fe personal, sino también en la comunión con su iglesia local, para ser un apoyo mutuo en el entendimiento y práctica de la verdad bíblica. El reto de estos tiempos es claro: permanecer firmes, luchar contra las potestades espirituales y perdonar como Cristo nos ha perdonado.
Al final, cuando enfrentemos a aquellos que nos han hecho daño, ya sea por ignorancia o malicia, recordemos las palabras de Jesús y, con humildad, dejemos que el perdón sea nuestra respuesta. Solo entonces estaremos en el camino de la verdadera paz.