Por: Reynaldo Sanchez. Abogado y columnista;
Analizo la defensa de Faride Raful sobre la reducción de homicidios y robos en República Dominicana, cuestionando la transparencia de los datos y sugiriendo mejoras en la política de seguridad.

La ministra de Interior y Policía, Faride Raful, respondió esta semana a las críticas del exjefe de la Policía Nacional, Rafael Guillermo Guzmán Fermín, sobre las cifras de criminalidad. Raful asegura que los datos muestran una reducción real de homicidios y robos gracias a nuevas herramientas tecnológicas y procesos de sistematización.
Si bien es positivo que se busque transparencia y control sobre la información, no puedo evitar preguntarme si los datos reflejan la realidad cotidiana que viven los ciudadanos en las calles. La confianza en las cifras oficiales ha sido históricamente frágil, y solo mostrar números no garantiza que la percepción de seguridad mejore ni que los delitos realmente disminuyan de manera sostenible.
La ministra resalta la implementación de cámaras corporales, patrullajes más activos y mejoras en destacamentos. Son avances necesarios, sin duda, pero insuficientes si no se acompañan de un verdadero seguimiento independiente y evaluaciones periódicas que puedan validar los resultados. La tecnología ayuda, pero no reemplaza la transparencia ni el análisis crítico.
Desde mi perspectiva, la defensa de Raful parece más orientada a consolidar una narrativa oficial que a ofrecer una evaluación objetiva del problema. La verdadera medida de éxito no está solo en los indicadores reportados, sino en cómo los ciudadanos perciben la seguridad y en si sienten que sus denuncias son tomadas en serio y resultan en soluciones efectivas.
Si queremos un país más seguro, necesitamos más que reportes semanales; necesitamos un compromiso real con la prevención, la educación, la justicia rápida y el fortalecimiento policial. Las cifras son solo una parte del rompecabezas. La política de seguridad debe ir más allá de mostrar reducción de delitos: debe transformar la experiencia de quienes viven en las comunidades.