La Lección que Jorge Bergoglio Recibió en un Laboratorio

Antes de ser Papa Francisco, Jorge Bergoglio trabajó en un laboratorio en Buenos Aires. Una química le dio una lección que marcaría su vida.

Jorge Bergoglio y la lección que recibió en un laboratorio de Buenos Aires

Mucho antes de convertirse en el Papa Francisco, Jorge Mario Bergoglio era un joven de apenas 16 años que trabajaba en un laboratorio en Buenos Aires.

Allí conoció a una mujer que dejaría una marca en su vida: Esther Ballestrino, una química de 35 años, exigente y rigurosa con su trabajo.

Un momento que marcó su carácter

En el laboratorio Hickethier-Bachmann, ubicado en la calle Azcuénaga, Esther supervisaba los informes técnicos. Cuando Jorge le entregó uno muy rápido, ella no lo dejó pasar por alto.

¿También hiciste aquella prueba? –le preguntó con desconfianza.
No, pero no creo que sea necesario, porque todas las anteriores dan el mismo resultado, respondió él.

Más que ciencia: una lección de rigor y responsabilidad

La respuesta del joven Bergoglio no fue bien recibida. Esther le enseñó que en la ciencia, como en la vida, no basta con suponer. Se debe comprobar, verificar, y hacer cada paso con responsabilidad.

Esa experiencia marcó el carácter del joven que, años después, entraría al seminario y se convertiría en el primer Papa sudamericano.

De técnico en laboratorio a Papa Francisco

Esta anécdota no es solo un dato curioso: muestra cómo las pequeñas lecciones de juventud forjaron el carácter de Jorge Bergoglio, quien sería reconocido por su sencillez, disciplina y cercanía con la gente.

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