Reflexiono sobre el llamado a ser “hacedores y no solo oidores”, analizando cómo nuestras acciones definen nuestra coherencia personal y social.
Ser hacedores, no solo oidores: una reflexión necesaria
Siempre he creído que el verdadero cambio comienza cuando dejamos de escuchar pasivamente y pasamos a actuar. La frase bíblica “sed hacedores de la palabra, y no solamente oidores” resuena hoy más fuerte que nunca. Y no hablo solo en un sentido religioso, sino en un plano profundamente humano. Escuchar es fácil; actuar, en cambio, es un desafío que nos pone frente al espejo de nuestra coherencia.
Escuchar sin actuar: el autoengaño más cómodo
En un mundo saturado de información, consejos y contenido motivacional, nos hemos acostumbrado a oír grandes ideas sin aplicarlas. Yo mismo me he sorprendido muchas veces admirando un mensaje poderoso… para luego seguir igual. Ese hábito crea una ilusión de progreso: creemos que escuchar ya es suficiente, cuando en realidad no mueve nada.
La acción como prueba de coherencia
Ser “hacedor” implica asumir responsabilidad. Significa que mis valores se ven en mis decisiones, que mis palabras no se quedan en discursos vacíos. Cuando actúo con coherencia, mi vida se ordena, mis relaciones se fortalecen y mi influencia crece. Entendí que la coherencia no se predica: se demuestra.
Los beneficios de actuar: más claridad y más propósito
Cada vez que paso del pensamiento a la acción, obtengo claridad. Descubro quién soy, qué quiero y qué puedo aportar. Ser hacedor me obliga a mejorar, a revisar mis límites y a construir resultados reales. La acción genera propósito; la pasividad, solo excusas.
El costo de no hacer nada
Pero no actuar también tiene un precio. La inacción deteriora la autoestima, alimenta la frustración y construye una vida de intenciones incumplidas. Ser oidor sin acción es caminar sin avanzar. Es quedarse atrapado entre lo que pienso y lo que hago, en un estado de incongruencia constante.
Conclusión: actuar es un compromiso con uno mismo
Hoy, más que nunca, necesitamos menos oidores y más hacedores. No basta con saber qué es lo correcto: debemos hacerlo. Ser hacedores y no solo oidores es un llamado a vivir con propósito, integridad y valentía. Es un compromiso conmigo mismo y con la sociedad que quiero construir.
Si realmente creo en algo, debo demostrarlo. Si no actúo, entonces solo estoy oyendo.