Análisis del capítulo 15 de Cartas del diablo a su sobrino: C. S. Lewis muestra cómo el mal aleja al ser humano del presente y lo encadena al miedo y la ansiedad.
El campo de batalla del tiempo
En el capítulo 15, C. S. Lewis despliega una de las ideas más filosóficas del libro:
para el demonio Screwtape, el presente es el lugar más peligroso para la tentación, porque es el único momento donde el ser humano puede encontrarse con Dios.
El objetivo infernal, entonces, es claro: desviarlo hacia el pasado o el futuro, mantener su mente atrapada en lo que ya no puede cambiar o en lo que aún no ocurre.
Así, la persona vive inquieta, dividida, sin anclarse en el ahora.
Pasado, futuro y ansiedad
Screwtape instruye a su sobrino Wormwood para que incline a su “paciente” hacia la preocupación por el futuro.
El pasado genera remordimiento, pero el futuro alimenta algo más útil para el demonio: la ansiedad.
Lewis escribe que el alma obsesionada con el porvenir pierde contacto con la realidad y con lo eterno.
El mal no necesita grandes pecados: basta con que el individuo tema lo que podría suceder, en lugar de actuar en lo que está sucediendo.
El presente como lugar de encuentro
Para Lewis, el presente es el punto en el que el tiempo toca la eternidad.
Solo en el ahora se puede amar, agradecer, decidir.
El pasado está cerrado y el futuro, incierto; por eso, vivir en el presente es un acto espiritual de libertad.
En su lenguaje teológico, el autor sugiere que Dios habita en el presente continuo, mientras el demonio se mueve entre la nostalgia y la preocupación.
Una lectura contemporánea
Ocho décadas después, el mensaje suena profético.
Vivimos en una cultura obsesionada con planificar, proyectar y anticipar.
El estrés, la hiperproductividad y el miedo a perder oportunidades son las nuevas cadenas invisibles que nos apartan del ahora.
Lewis anticipó la lógica del siglo XXI: si mantienes al ser humano distraído con lo que podría ser, nunca descubrirá el poder de lo que ya es.
Conclusión: la eternidad del instante
El capítulo 15 de Cartas del diablo a su sobrino nos recuerda que el tiempo no es solo una medida, sino un escenario moral.
La lucha no está en el pasado ni en el futuro, sino en el presente consciente, donde se decide quién domina el alma: la fe o el miedo.
“El presente es el punto donde el tiempo toca la eternidad”, escribió Lewis, y su advertencia aún resuena en un mundo que ha olvidado detenerse.