Cuando “el Olimpo” decide la salud del pueblo

Por: Eduardo Perez

Un análisis crítico y reflexivo sobre el caso SeNaSa, donde frases como “eso es del Olimpo” y “del CEO” revelan una cultura de abuso de poder que indigna y preocupa a toda la sociedad.

El asombro que indigna

Hay noticias que no solo informan, sino que sacuden la conciencia colectiva. El expediente del Ministerio Público contra el exdirector de SeNaSa deja una sensación amarga, de esas que obligan a detenerse y pensar: ¿en qué momento la institucionalidad se convirtió en un Olimpo intocable?

Que en un organismo llamado a proteger la salud de los más vulnerables se usaran frases como “eso es del CEO” o “eso es del Olimpo” produce asombro, pero también repudio. No son simples palabras: son símbolos de una cultura donde el poder se impone sin pudor.

El Olimpo no puede gobernar instituciones públicas

Cuando alguien invoca el Olimpo, se coloca por encima de todos. Es una metáfora peligrosa. Significa que no hay debate, no hay reglas, no hay ética. Todo baja desde arriba como un rayo divino, y los demás solo obedecen.

Así, las listas predeterminadas, las aprobaciones sin criterios técnicos y las decisiones cerradas se justificaban con una frase que anulaba cualquier cuestionamiento. En ese contexto, la ley no manda: manda quien se cree dios.

“Eso es del CEO”: el poder personalizado

Decir “eso es del CEO” no es liderazgo; es autoritarismo. Revela una gestión donde la institución se confunde con la persona. Donde lo público se vuelve privado y lo colectivo se subordina al ego.

Ahí aparece también la patrona, esa figura informal del poder delegado, que habla en nombre de alguien más, pero con la misma contundencia. No firma, pero ordena. No decide oficialmente, pero impone.

“Ha llovido”… pero siempre para los mismos

Mientras a muchos prestadores se les exigían requisitos imposibles, a otros simplemente “les llovía” la aprobación. Ha llovido, sí, pero solo sobre los techos amigos, los aliados políticos, los que aportaron en campaña o pasaron por la caja del soborno.

Esa lluvia selectiva no es casualidad: es corrupción estructurada.

El chilote y el silencio cómplice

En toda historia de abuso hay figuras que callan, que ejecutan, que miran al suelo. El chilote —como símbolo del que cumple órdenes sin preguntar— también forma parte del problema. Porque el silencio administrativo es el fertilizante de los esquemas ilícitos.

Una reflexión necesaria

Este caso no es solo sobre nombres propios. Es sobre una cultura que normaliza el abuso, que disfraza el delito con frases altisonantes y jerarquías inventadas. La salud no puede depender de quién conoce a quién, ni de quién dice venir “respaldado”.

El verdadero Olimpo debería ser la ley.
El verdadero CEO, la ética pública.
Y la única patrona, la Constitución.

Conclusión

Lo revelado por el Ministerio Público debe servir como advertencia y punto de inflexión. Cuando el poder se cree divino, la justicia debe ser terrenal y firme. La sociedad no puede acostumbrarse a que decisiones vitales se tomen entre susurros, listas ocultas y frases intimidantes.

El asombro ya ocurrió.
Ahora toca el repudio consciente y la exigencia de consecuencias.

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