Por: Gerónimo Núñez
La expansión económica de China en América Latina abre oportunidades, pero también despierta alertas sobre dependencia y soberanía.
La creciente influencia económica de China en América Latina: ¿alianza o dependencia?
Durante las dos últimas décadas, China ha pasado de ser un actor distante a convertirse en un socio económico central para América Latina. El comercio, la inversión y el financiamiento chino en la región se multiplicaron, transformando sectores clave como la minería, la energía y la infraestructura.
Pero esta expansión, aplaudida por algunos y cuestionada por otros, plantea una pregunta urgente:
¿se trata de una alianza estratégica o de una nueva forma de dependencia?
Un nuevo mapa económico regional
De acuerdo con diversos estudios sobre Economía Política Internacional, la literatura académica muestra tres visiones dominantes: la dependencia, la complementariedad y la llamada “globalización con características chinas”.
- El enfoque de la dependencia advierte que el auge del comercio con China ha reforzado el papel de América Latina como proveedora de materias primas, mientras el gigante asiático exporta bienes manufacturados y tecnología avanzada. Esta asimetría podría reproducir viejos patrones coloniales bajo un nuevo disfraz.
- La visión de la complementariedad sostiene que ambos lados pueden beneficiarse mutuamente. China asegura su acceso a recursos estratégicos, y América Latina obtiene financiamiento e inversión en infraestructura, sin las condicionalidades que suelen acompañar los créditos occidentales.
- El concepto de “globalización con características chinas” propone una mirada distinta: un orden económico en el que Pekín impulsa la cooperación Sur–Sur, combinando pragmatismo, influencia política y expansión tecnológica.
Oportunidades reales
Es innegable que la presencia china ha dinamizado la economía latinoamericana. Desde proyectos ferroviarios en Brasil hasta parques solares en Chile o carreteras en el Caribe, los recursos de Pekín han financiado obras que, durante décadas, quedaron fuera del radar de los organismos tradicionales.
Además, la inversión china ha contribuido a diversificar las fuentes de financiamiento de los países latinoamericanos, ofreciendo alternativas al Banco Mundial o al BID. Para gobiernos con necesidades urgentes de liquidez, esa flexibilidad ha sido una válvula de escape.
Pero también riesgos latentes
Sin embargo, el entusiasmo debe equilibrarse con precaución. Varios analistas advierten que la dependencia de los préstamos, exportaciones de materias primas y tecnología china podría generar nuevas vulnerabilidades.
Por ejemplo, el creciente uso del yuan en acuerdos bilaterales y la participación de empresas estatales chinas en sectores estratégicos —como energía o telecomunicaciones— han despertado preocupaciones de soberanía y riesgos geopolíticos.
Además, algunos estudios destacan que las empresas chinas han aprendido y adaptado su comportamiento en la región, buscando mayor legitimidad local, pero también perfeccionando mecanismos de influencia política y económica.
Una señal de advertencia
El avance de China en América Latina no es necesariamente negativo, pero sí representa una señal de advertencia. La región necesita fortalecer su autonomía estratégica, negociar con mayor transparencia y evitar la dependencia de un solo actor global, sea China o Estados Unidos.
El desafío es lograr una relación basada en cooperación genuina, donde los países latinoamericanos no se limiten a exportar recursos, sino que participen activamente en la cadena de valor global.
Conclusión
La presencia económica de China en América Latina es tan prometedora como desafiante. Ofrece financiamiento, tecnología y oportunidades de desarrollo, pero también puede consolidar una nueva forma de dependencia si no se gestiona con visión y equilibrio.
El futuro de la región dependerá de su capacidad para negociar con inteligencia, diversificar sus alianzas y preservar su soberanía económica.
China ha llegado para quedarse. Lo importante es decidir en qué términos.