Reynaldo Sánchez expresa su decepción ante el presidente Abinader: “Nos sentimos olvidados, como si nunca hubiésemos existido”.
Reynaldo Sánchez, dirigente comunitario y presidente de la Alianza de Organizaciones Barriales de la República Dominicana
Señor Presidente, le hablo con el corazón
Hoy escribo con indignación y tristeza.
No por resentimiento, sino por desesperanza, por esa amarga sensación de haber creído en un cambio que parece haberse olvidado de quienes lo hicieron posible.
Soy Reynaldo Sánchez, presidente de la Alianza de Organizaciones Barriales de la República Dominicana, parte del sector externo que trabajó sin descanso por su triunfo, señor presidente Luis Abinader.
Fuimos muchos los que pusimos el alma, los que llevamos su mensaje a los barrios, a las comunidades más humildes, convencidos de que usted representaba una nueva forma de gobernar.
El olvido duele más que la derrota
Hoy, con profundo pesar, debo decirle: nos sentimos invisibles.
No pedimos cargos, ni privilegios, ni favores. Solo esperábamos ser escuchados, ser tomados en cuenta como parte viva de un proyecto político que ayudamos a construir.
Sin embargo, parece que el tiempo borró nuestras voces.
Ya no hay llamadas, no hay reuniones, no hay espacio para quienes creímos en el cambio desde los callejones, los techos de zinc y las calles donde la esperanza aún se pelea con la pobreza.
Los barrios también tienen memoria
Los hombres y mujeres de los barrios, los mismos que votaron, que hablaron con sus vecinos, que caminaron bajo el sol llevando su nombre, no olvidan.
Nos preguntan: ¿Dónde está el presidente que prometió estar cerca del pueblo?
Y yo, señor presidente, no sé qué responderles.
Porque ya no nos ven, porque ahora parecemos invisibles, y eso duele más que cualquier adversidad política.
No queremos confrontación, queremos ser parte
Mi voz no es de enemistad, sino de reclamo justo.
Usted habló de un gobierno de todos, de inclusión y cercanía.
Pero hoy las puertas parecen cerradas, y los que estuvimos antes seguimos esperando una mirada, una llamada, una oportunidad para servir.
El sector externo que tanto luchó por su victoria no puede seguir siendo una anécdota electoral. Somos parte de la historia que lo llevó al Palacio Nacional, y también parte de un pueblo que aún confía en su palabra.
La esperanza se apaga, pero no el compromiso
Señor presidente, no permita que la indiferencia borre lo que construimos juntos.
Los barrios lo necesitan, y nosotros también necesitamos creer que aún hay espacio para la justicia, para el reconocimiento y para la palabra empeñada.
Le hablo con respeto, pero también con dolor.
No somos números ni estadísticas: somos personas que creyeron en usted.
Y aunque hoy nos sintamos olvidados, todavía esperamos que vuelva su mirada a las bases, a quienes nunca le han dado la espalda.
Conclusión: el llamado de las comunidades
Todavía hay tiempo, señor presidente, para reconectar con su pueblo.
No le pedimos promesas, solo coherencia y sensibilidad.
Porque el cambio real no se logra desde los despachos, sino escuchando a los que lo hicieron posible.
De usted depende que la historia no se escriba con decepción, sino con justicia.