Cuando un error apaga al país: lecciones del colapso eléctrico nacional

El informe sobre el apagón nacional atribuye el fallo a un error humano. Más allá de la culpa, urge revisar la cultura de control y prevención en el sistema eléctrico dominicano.

El reciente colapso general del sistema eléctrico nacional dejó algo más que oscuridad en las calles: dejó al descubierto las grietas de un sistema donde un solo error humano puede apagar a todo un país.

El informe técnico fue claro: un “error operativo” provocó una “perturbación severa” en el Sistema Eléctrico Nacional Interconectado (SENI), afectando al Gran Santo Domingo y varias provincias. Pero detrás de la frase técnica hay una pregunta incómoda: ¿cómo es posible que un error individual cause una caída total del sistema?

Un apagón que revela vulnerabilidades

El país está acostumbrado a los apagones, pero no a los colapsos sistémicos. Este no fue un corte de energía parcial, sino un fallo en cadena que expuso las limitaciones estructurales, los protocolos deficientes y la fragilidad tecnológica de la red eléctrica.

Un sistema verdaderamente interconectado no debería depender de una sola decisión, ni de un solo operador. Si un error humano puede desatar una crisis nacional, el problema no es la persona, sino el diseño del sistema.

Más allá del error: la responsabilidad institucional

Culpar al “factor humano” es cómodo. Pero en ingeniería y en gestión pública, el error humano siempre es previsible y prevenible. Los manuales, las alarmas, los protocolos de redundancia y las simulaciones existen para anticipar lo que una persona puede hacer mal.

Por eso, más que buscar culpables, lo urgente es revisar la cultura de supervisión y el nivel de automatización y respaldo técnico del SENI. La responsabilidad no termina en un operador; empieza en quienes diseñan, administran y vigilan el sistema.

La cultura de lo provisional

El colapso eléctrico también es un reflejo del país: se improvisa, se reacciona y se olvida. No se trata solo de energía, sino de una forma de gestión donde los errores se tapan, los informes se archivan y las lecciones se diluyen con el tiempo.

Mientras no exista una política sostenida de mantenimiento, transparencia y modernización, cada “error humano” será la excusa perfecta para cubrir un problema estructural más profundo.

Lecciones que deben iluminar el futuro

De toda crisis nace una oportunidad, dicen. Este apagón puede ser el punto de partida para repensar la seguridad energética del país. Invertir en automatización, capacitación continua y sistemas de respaldo no es un lujo: es una obligación nacional.

Porque en un país donde la electricidad alimenta hospitales, transporte y comunicaciones, un descuido no es un simple error. Es una amenaza a la estabilidad de todos.

El informe técnico explicó el cómo, pero aún falta entender el por qué. El colapso eléctrico nacional no fue solo una falla técnica, sino una advertencia sobre la necesidad de instituciones sólidas, protocolos modernos y responsabilidad compartida.

No basta con encender la luz; hay que encender la conciencia de quienes operan, dirigen y fiscalizan un sistema que, literalmente, sostiene al país.

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